Ciberseguridad sin fronteras: implementación efectiva de Zero Trust

November 29, 2023 @ 5:46 PM

Este artículo está basado en las intervenciones que tuvieron lugar el pasado martes 16 de noviembre, cuando líderes digitales de destacadas organizaciones pudieron disfrutar de una cena en Casa Club en Madrid durante la mesa redonda "Ciberseguridad Sin Fronteras: Implementación efectiva de una estrategia Zero-Trust" organizada por CIONET en colaboración con ManageEngine. El objetivo de esta mesa fue explorar el nivel de madurez de las estrategias de Zero Trust en diferentes tipos de organizaciones, compartir las experiencias y desafíos de su implementación y destacar la importancia de una cultura de seguridad robusta y consciente en todas las áreas de la organización. 

 

Ciberseguridad Sin Fronteras: Implementación efectiva de una estrategia Zero-Trust

 

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Nivel de madurez de Zero Trust en las organizaciones

La ciberseguridad garantiza la protección de datos sensibles que las empresas manejan diariamente, tales como información personal de empleados y clientes, datos financieros y propiedad intelectual. La madurez de las organizaciones en la implementación de Zero Trust varía considerablemente, dependiendo de varios factores. Las organizaciones más maduras en Zero Trust han adoptado plenamente la filosofía de "no confiar en nada ni nadie". Esto implica una comprensión profunda de que las amenazas pueden surgir en cualquier lugar y que la seguridad debe ser omnipresente, no perimetral. La integración de soluciones y procesos es fundamental en estas organizaciones. Esto no solo incluye la adopción de tecnologías, sino la integración efectiva de estas en sus procesos empresariales y de seguridad.

Un aspecto crucial de la madurez en Zero Trust es la existencia de una cultura de seguridad robusta. Las organizaciones líderes en este ámbito invierten en formación continua y en la concienciación sobre seguridad para todos los empleados, reconociendo que el factor humano es a menudo el eslabón más débil en la seguridad. Además, estas organizaciones no solo implementan Zero Trust, sino que también están preparadas para adaptarse y escalar estas medidas a medida que evolucionan las amenazas y la propia organización. Esto implica una revisión y actualización constantes de las políticas y tecnologías de seguridad.

La madurez en Zero Trust también se refleja en la capacidad de una organización para medir la eficacia de sus estrategias de seguridad y realizar ajustes basados en análisis detallados. Esto significa tener métricas claras y herramientas analíticas para evaluar el rendimiento de la seguridad. Finalmente, las organizaciones avanzadas en Zero Trust a menudo participan activamente en comunidades y foros de seguridad, compartiendo información sobre amenazas y mejores prácticas. Esto refleja una comprensión de que la seguridad en la era digital es un esfuerzo colaborativo.

A nivel general, entre el 40 y el 60% de las organizaciones han implementado Zero Trust en áreas específicas, pero solo un 1% ha alcanzado un modelo completamente maduro. Además, un 70% de las empresas han comenzado a aplicar algún sistema de Zero Trust a nivel de aplicaciones segmentarias, siendo las que han sufrido ciberataques las más proclives a invertir en ciberseguridad. Este panorama refleja una tendencia creciente hacia la adopción de estrategias de Zero Trust, aunque aún queda camino por recorrer para lograr una implementación integral y efectiva en el entorno empresarial.

En el sector bancario, la ciberseguridad es uno de los elementos más importantes de su estrategia debido a la gran cantidad de datos críticos que manejan. Uno de los participantes en esta mesa redonda explicaba cómo la estrategia de su organización, perteneciente a este sector se centra en perfiles de usuario altamente específicos, segregación de redes y aislamiento de servicios críticos. La pandemia aceleró la evolución de su estrategia, adaptándose rápidamente a la necesidad de acceso remoto para facilitar el trabajo a distancia.

Por otro lado, otra de las organizaciones presentes, está implementando Zero Trust en toda su organización tras sufrir un significativo ataque cibernético después de la pandemia. Esto intensificó sus esfuerzos para asegurar que el acceso a sus redes sea seguro, sin importar la ubicación del empleado. Esto implica un entorno seguro tanto para el equipo como para el acceso a la red. Uno de los presentes destacaba la diversidad en la interpretación del concepto de Zero Trust. Para su compañía es esencial identificar y visualizar los riesgos, implicando un cambio en los procesos y en la cultura corporativa. Este cambio incluye educar a los empleados y restringir accesos antes disponibles, con un enfoque en la desconfianza hacia los dispositivos y el establecimiento de conexiones seguras.

En resumen, el nivel de madurez en Zero Trust de una organización se manifiesta no solo en las tecnologías y herramientas que adopta, sino también en su cultura, procesos, adaptabilidad y enfoque proactivo hacia la colaboración y el aprendizaje continuo en el ámbito de la seguridad cibernética.

 

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Retos y desafíos

La implementación de la estrategia de Zero Trust presenta desafíos significativos, especialmente agravados durante la pandemia. Este enfoque, necesario para contrarrestar a los ciberdelincuentes que están constantemente un paso por delante de las organizaciones, se enfrenta a la realidad de que los ataques informáticos son, en muchos casos, más fáciles de ejecutar que de prevenir. Los sistemas de seguridad tradicionales, como la autenticación basada únicamente en usuario y contraseña, se han vuelto rudimentarios frente a delincuentes que operan como verdaderos negocios, generando incluso más ingresos que actividades ilícitas como el narcotráfico. 

A pesar de la creciente prevalencia del ransomware y otros ciberataques, convencer a las compañías de invertir significativamente en ciberseguridad sigue siendo un reto, compitiendo con la necesidad de asignar presupuesto a otras áreas del negocio. Además, la obsolescencia tecnológica y la dependencia de sistemas antiguos añaden complejidad a la situación. La solución ideal involucra una colaboración entre distintos departamentos para desarrollar una estrategia global de seguridad, buscando un equilibrio entre las medidas de protección y la productividad del empleado, lo que requiere una coordinación meticulosa de varios subdepartamentos para implementar estas estrategias de manera efectiva y coherente.

 

Pasos a seguir para la implantación de Zero Trust

La visibilidad como punto de partida

La transición hacia Zero Trust comienza con una evaluación exhaustiva de los activos y flujos de datos de la organización. Esta visión holística es crucial para comprender la arquitectura de la red y los patrones de comportamiento de los usuarios, proporcionando un fundamento sólido para la implementación de estrategias de seguridad más efectivas. Esta fase inicial también incluye la gestión eficiente de logs, un aspecto vital para detectar y responder a actividades anómalas.

Una vez que se ha establecido una comprensión clara del entorno de TI, la segmentación de la red se convierte en un paso clave. Al dividir la red en segmentos más pequeños y controlados, las organizaciones pueden reducir significativamente la superficie de ataque y limitar el potencial movimiento lateral de los atacantes.

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Gestión de identidades y accesos

En el núcleo de la estrategia Zero Trust se encuentra la gestión de identidades y accesos (IAM), que juega un papel crucial en la verificación y control de los usuarios que acceden a los sistemas de la organización. La implementación de autenticación multifactor (MFA) es una práctica estándar en este proceso, fortaleciendo la seguridad al requerir múltiples formas de verificación antes de conceder acceso.

La gestión de accesos privilegiados (PAM) y el control de acceso basado en roles (RBAC) son también componentes fundamentales. Mientras que PAM se enfoca en la supervisión y control de cuentas con altos privilegios, RBAC permite asignar permisos de acceso según el rol específico de un usuario en la organización. Juntos, estos sistemas aseguran que solo los usuarios autorizados tengan acceso a información y recursos críticos, y solo en el contexto adecuado. Además, la seguridad de los endpoints es un aspecto que no debe ser subestimado. Proteger los puntos finales de la red es esencial para prevenir vulnerabilidades que podrían ser explotadas por agentes maliciosos.

Además, las empresas deben reconsiderar su enfoque tradicional de seguridad, que a menudo se centra en exceso en el perfilado y en sistemas basados en contraseñas. El perfilado, aunque útil, puede no ser suficiente para prevenir accesos no autorizados, especialmente cuando el 70% de las vulneraciones al perímetro de seguridad se deben a insiders, es decir, personas con acceso legítimo que abusan de su posición.

En lugar de confiar únicamente en el perfilado, las compañías deben prestar mayor atención a aspectos críticos como la gestión de contraseñas. Las contraseñas débiles o reutilizadas son una de las principales vías de acceso para los ciberdelincuentes. Por ello, la educación en seguridad y la implementación de políticas de contraseñas robustas son fundamentales para mitigar los riesgos.

La implementación de Zero Trust no es un proceso estático, sino un viaje continuo que requiere revisión y ajustes regulares. La colaboración entre los equipos de TI y seguridad es fundamental para asegurar una integración efectiva y exitosa de Zero Trust en la infraestructura existente. Con un enfoque holístico que abarca IAM, PAM, RBAC, gestión de logs y seguridad de endpoints, las organizaciones pueden fortalecer significativamente su postura de seguridad y estar mejor preparadas para enfrentar las amenazas cibernéticas del futuro.

Cambio cultural y educación en ciberseguridad

A medida que la tecnología se entrelaza de manera más profunda en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana y laboral, surge un imperativo cultural: comprender y abordar los riesgos asociados al vasto mundo digital. Este cambio cultural se manifiesta principalmente en la forma en que organizaciones e individuos perciben y se enfrentan a los desafíos de la ciberseguridad. Ya no es suficiente considerarla como una preocupación exclusiva de los departamentos de TI; ahora, la ciberseguridad es un asunto que requiere atención y comprensión a todos los niveles de una organización y, de manera creciente, en nuestra vida personal.

Una parte integral de este cambio es la educación y la capacitación continuas. Todos los presentes hicieron especial énfasis en cómo la enseñanza sobre prácticas seguras, desde la gestión eficaz de contraseñas hasta el reconocimiento de tácticas de phishing, se ha vuelto esencial. Sin embargo, esta educación no puede ser estática. Debe evolucionar constantemente para mantenerse al día con las cambiantes tácticas de los ciberdelincuentes y los avances en la tecnología.

Las empresas y organizaciones están desarrollando políticas de ciberseguridad más robustas y detalladas, que abarcan desde la gestión de accesos hasta protocolos de respuesta a incidentes. Estas políticas, sin embargo, solo son efectivas si son comprendidas y aplicadas por todos los miembros de la organización. Aquí es donde la responsabilidad individual entra en juego. En un mundo donde el trabajo remoto y los dispositivos conectados son la norma, cada individuo desempeña un papel crucial en la protección de la información sensible.

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Antes de implementar Zero Trust, es fundamental explicar claramente por qué se lleva a cabo y cuáles son los riesgos reales asociados. A menudo, los empleados no son conscientes de estos riesgos hasta que se enfrentan a ejemplos concretos. Mostrar casos reales puede ser una estrategia efectiva para obtener el apoyo y la comprensión de todo el personal, fomentando una sensibilidad uniforme hacia la ciberseguridad.

La cultura organizacional juega un papel clave en este proceso. Convertir la ciberseguridad en un hábito diario es esencial para garantizar una implementación efectiva de Zero Trust. Las organizaciones deben realizar una autocrítica honesta, reconociendo la dificultad de hacer entender a todos los miembros de la compañía que la ciberseguridad es una responsabilidad compartida. Esto implica un desafío bidireccional: mientras los tecnólogos deben comprender los aspectos del negocio, el resto de la organización debe estar igualmente consciente de la importancia de la ciberseguridad.

Otro factor crucial es la concienciación sobre la velocidad y la importancia de invertir en ciberseguridad. La discusión no sólo gira en torno al retorno de la inversión, sino también en comprender que es una inversión necesaria para la sostenibilidad y la seguridad a largo plazo del negocio. Por eso, los altos directivos y el comité de dirección también deben ser parte de esta concienciación. Su compromiso y entendimiento son esenciales para superar la resistencia al cambio y para que la implementación de Zero Trust sea exitosa. En resumen, mientras que la decisión de implementar Zero Trust puede ser binaria, el camino hacia su integración efectiva en la cultura de la empresa es un proceso complejo y multifacético, que requiere educación, concienciación y un cambio cultural profundo.

Conclusiones

La madurez de Zero Trust en las organizaciones es un proceso integral que implica mucho más que la mera adopción de tecnologías de seguridad; requiere una profunda integración de prácticas de ciberseguridad en la cultura, procesos y políticas de la empresa. Este proceso se enfrenta a desafíos como superar sistemas de seguridad obsoletos y convencer a la dirección de la importancia de invertir en ciberseguridad, especialmente después de las dificultades que se experimentaron durante la pandemia. 

Para una implementación efectiva, es crucial un cambio cultural que enfatice la educación continua en ciberseguridad a todos los niveles, apoyando la necesidad de una colaboración estrecha entre departamentos. La alta dirección debe reconocer la ciberseguridad como una inversión estratégica para la sostenibilidad a largo plazo. En resumen, Zero Trust no es un objetivo fijo, sino un viaje continuo que demanda adaptación constante y colaboración en un entorno digital en constante evolución.


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